El 9 de mayo ejerceré mi derecho a la huelga. Una huelga
promovida desde el profesorado, las familias y los alumnos (en el caso de los
mayores). Personalmente me veo con la obligación moral de explicar a las
familias de mis alumnos mí por qué.
Como todos, conozco y sufro las consecuencias de la difícil situación
por la que pasamos. Hay muchas medidas de “ajuste”, también conocidas como “recortes”, que aunque desagradables
quizás son más comprensibles que aquellas que afectan a los derechos
fundamentales. En educación desgraciadamente lo vamos sintiendo cada vez más:
reducción de presupuesto, menos plantilla, más alumnos por aula, menos becas,
problemas en sustituciones, etc. Pero además se justifica tratándonos de
convencer de que la inversión en educación no garantiza “resultados” (en la manera
que algunos lo entienden). Tampoco creo que con los recortes lo vayan a
conseguir y podríamos extendernos ampliamente en las consecuencias que están
teniendo en nuestros alumnos e hijos. Sin embargo, no es el objetivo de esta
entrada convencer a nadie ni ahondar en lo que la mayoría conoce o puede fácilmente
averiguar.
Mi segundo motivo para protestar, es el anteproyecto de la
nueva Ley de Educación (LOMCE). Sí,
otra ley de educación y van… LGE, LODE, LOGSE, LOCE… Cada nuevo gobierno nos
cambia la ley, todos llegan con buenas ideas, propuestas, preparan “su” nueva
ley y así hasta el próximo gobierno. Desde la democracia “nos hacen” una nueva
ley cada seis años de media. Eso significa que es muy difícil que un alumno
consiga acabar su periodo de enseñanza obligatoria con una misma ley. ¿Cómo
podemos mejorar, conseguir resultados así? ¿Y por qué ocurre eso? Sencillamente
porque ponemos en manos de políticos su elaboración y cada uno incluye su
ideología y su visión particular. Mientras no se llegue a un acuerdo entre los
políticos para permitir una ley consensuada, donde tengan peso específico los expertos
e implicados en el tema, así nos irá. Ya, pero dirán algunos ¿vamos a hacer una huelga
por un anteproyecto? Podríamos
argumentar con esta otra pregunta ¿sabes cuántos acuerdos/apoyos de partidos
políticos, sindicatos, asociaciones de familias o alumnos tiene el anteproyecto
que conocemos? NINGUNO. Se nos dice que esperemos, que se está hablando,
que dejemos trabajar a los políticos, que habrá enmiendas en el parlamento…
Por resumir, voy a citar algunos –de verdad que no todos -
de los puntos que más me alarman:
-
Cualquiera que lea los objetivos de la nueva ley
pensará que no son preocupantes, es más, muchos son hasta loables. El problema
está en cómo se llevarán a cabo. De entrada pretende muchos cambios, persigue
muchas mejoras, pero ¿ eso sin invertir
nada?. En ningún caso se hace mención a recursos, plantillas… más bien deja el
camino abierto para los conocidos recortes.
-
Me llama la atención desde el principio el
tratamiento de la educación como si
fuera una empresa: competencia, especialización, rendición de cuentas, director/jefe,
competitividad, etc. Admisible en términos de gestión en algunos casos, pero
tremendamente temerario hablando de educación obligatoria, de niños, de
contextos desiguales personales y económicas.
-
Mi pasmo aumenta cuando al leer el borrador
aparecen innumerables argumentos que contradicen la tan maltratada “autonomía de centro”. En este aspecto
creo que estamos anclados desde hace varias leyes de educación y últimamente
nos lo están limitando progresivamente hasta parecer un esperpento. Se limita
hasta el extremo la libertad, iniciativa o autonomía de los centros; su
profesorado; y el Consejo Escolar pasa a ser un mero “órgano decorativo” sin
poder de decisión.
-
Relacionado con el punto anterior y un caso
aparte es la dirección del centro.
De ser un cargo seleccionado entre la Administración, profesorado y consejo
escolar (no docentes) a partes iguales, pasa a ser un 70% la administración y
un 30%el resto. Vamos, que está claro quién nombra. Además se le dan “poderes
extraordinarios”, como por ejemplo proponer el nombramiento o continuidad del
profesorado.
-
Se incide en múltiples evaluaciones internas y externas. Estas últimas realizadas por “expertos
externos”, ¡por fin inversión ¡ ¡Al menos aquí se crearán puestos de trabajo!
¿Es malo? No en si mismo, pero vista la aplicación práctica que se ha realizado
en alguna comunidad autónoma es para asustarse. La práctica ha llevado a
clasificaciones, listas de centros por resultados que llevan parejos mayores
recursos y facilidades para quien encabeza esos “ranking”. Ahora imagine que es
usted el director de un centro concertado, como negocio que es quiere los
mejores resultados para encabezar esa clasificación. Si estuviera en su mano ¿qué
haría con aquellos alumnos que no obtienen buenos resultados, aquellos con problemas
de aprendizaje, de relación, los inmigrantes que llegan sin conocer la lengua,
etc.? NO, grande y claro a ahondar en desigualdades, a centralizar a quién no
es “rentable” en centros-gueto.
-
Se favorece indisimuladamente a centros privados-concertados. Además de
lo explicado en el punto anterior, se admite la segregación (separación) de
sexos en la educación, tratando de burlar la Constitución. En Cantabria estamos
viendo recortada progresivamente las posibilidades de la educación pública a
favor en la misma medida a centros concertados en su mayoría religiosos.
-
Las TIC.
No puedo resistirme a dar mi opinión sobre este tema. No damos solo un salto
atrás, damos un triple mortal con tirabuzón y caemos con el espinazo y sin red.
Cito literal: “Se promoverá el uso de las tecnologías de la información y las
comunicaciones como herramienta de apoyo para recuperación de áreas y materias
no superadas, y en general como recursos de apoyo y para la gestión de los
procesos.” Llevamos años
haciendo grandes esfuerzos de formación, de recursos y metodológicos (los más
difíciles) para estar a la altura de los tiempos; para quitar la razón a quien
pregona que la escuela no ha cambiado en los últimos dos siglos; para enseñar y
aprender en el contexto real, en el que se comunican y entretienen nuestros
jóvenes; para que ahora lo dejemos en una herramienta de recuperación. Eso sí,
para la gestión como las empresas, que no falte. Imagino que tan supina
ignorancia realmente enmascare el “no hay dinero para aparatos” ni para
formación. ¡Pues que lo digan!
Bueno, quería
resumir y… he resumido. Ni como docente ni como padre quiero esto para mis
alumnos e hijos.
Yo quiero ir a
trabajar el 9 de mayo, pero no me dejan.